¿Por qué apostarías: por el cerebro o por el estómago?
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Puesto que la tasa metabólica
debe mantenerse en unos límites razonables en cualquier especie, los
homininos de hace entre 2,5 y 2,0
millones de años tuvieron que equilibrar su gasto energético mediante la reducción
de algún otro órgano.
El corazón, el hígado y los riñones, que también tienen una alta tasa
metabólica basal, son órganos vitales que no se pueden sacrificar. Por el
contrario, el aparato digestivo puede reducirse sin riesgo. En las especies de
mamíferos vegetarianos el tubo digestivo es muy largo y a menudo complejo, a
fin de poder digerir adecuadamente los vegetales que consumen, en especial los
más ricos en celulosa. Pero si se introducen proteínas y grasas de origen
animal en la dieta, el tubo digestivo puede acortarse sin problema.
Estos alimentos son relativamente fáciles de digerir, por lo que el tubo digestivo pude acortarse, al mismo
tiempo que se reduce la tasa metabólica basal para su mantenimiento. Así lo
sugirieron Leslie Aiello y Setter Wheeler en un trabajo de investigación muy
creativo publicado en 1.995.
En definitiva, hace entre 2,5 y
2,0 millones de años las nuevas condiciones climáticas y ecológicas emergentes
en África fueron un acicate para el gran salto evolutivo de los homininos. Estas condiciones fueron favorables
para aquellos homininos preparados genéticamente para hacer frente al reto del
cambio.
Con cerebros de mayor tamaño, una mano preparada para manipular
objetos con precisión, la posibilidad de comer una mayor cantidad de carne y
grasa de origen animal y la suficiente habilidad e inteligencia para fabricar
útiles sencillos, algunos homininos
sobrevivieron en los nuevos hábitats africanos. Por ejemplo, un cerebro
mayor precisa nuevos alimentos fácilmente asimilables; es decir, aquellos
homininos necesitaban conseguir la carne y la grasa de sus presas para mantener
el consumo energético de sus cerebros más desarrollados.
Pero la carne es un alimento poco predecible en un entorno de sabana; al
fin y al cabo la comida de los depredadores se mueve, y en muchas ocasiones a
gran velocidad. Un carnívoro no tiene la comida asegurada a menos que esté bien
despabilado; la obtención de recursos menos predecibles requiere unas habilidades
mentales que no son necesarias cuando el alimento estático y abundante en
cualquier época del año. Por ese motivo,
un cerebro algo mayor y una inteligencia más eficaz para diseñar planes
estratégicos, tomar decisiones y ejecutarlas con prontitud debieron
convertirse en rasgos biológicos de gran valor en el nuevo escenario evolutivo
de lo homininos de finales del Plioceno.
En toda esta explicación, quien
ha echado en falta a Darwin.
Ante cualquier duda no
vaciléis en consultarme ;-)
Jesús Fdez
leanfacil@gmail.com