La pregunta,
¿cómo surgió la vida de la materia inerte?, no tiene ningún sentido. No existe
una línea diáfana que separe la materia inerte de la viva, todo se confunde. La
separación radical es un artificio ficticio del ser humano para darse mayor
valor (egoísmo) respecto al resto del universo. Esta misma paradoja le surgió a
Pasteur al observar como surgía moho del pan. Se pensaba que de la nada surgían
unas bacterias, pero posteriormente se descubrió que la vida microscópica ya
estaba allí.
Toda la
materia puede considerarse como viva o inerte a la vez ya sea con mayor
participación de la cualidad vivo o inerte. Pero no hay posibilidad de que
sean sólo vivos unos y otros sólo inertes. La propiedad vivo-inerte es similar al concepto onda-corpúspulo de la materia
esbozado por De Brolie.
Por ejemplo:
un pájaro y una piedra. Al pájaro se le denomina normalmente como un ser vivo y
a la piedra por el contrario como un elemento inerte. Sin embargo, la piedra
también exhibe parte de la cualidad del ser vivo, pues forma parte de un
ecosistema que se conserva, evoluciona y cambia con el tiempo.
La materia
inerte como tal no existe, todo es materia viva e inteligente. Sólo que en cada
estadio esa manifestación de vida o inteligencia es diferente. Esta visión
pudiera considerarse animista, al considerar a toda la materia con un rasgo de
vida, si bien, algunos elementos tienen más
vida que otros al tener mayor complejidad.
Tener claro
que toda la materia tiene rasgos de vida, puede considerarse sin importancia y
que al fin y al cabo no cambia nada. Pero nada más lejos de la realidad, lo
cambia todo. Pues en el futuro cuando hablemos de la evolución (de los seres
vivos), estamos refiriéndonos a todos los elementos del Universo. Y lo que hasta
ahora denominamos seres vivos no sería más que un caso particular.
Lo menos que
se puede pedir a una ley fundamental de la naturaleza es que no dependa de las
particulares condiciones de un posible observador. Es decir, al saber que
nosotros somos seres vivos, consideramos que sólo nosotros y unas especies más
somos seres vivos y el resto lo degradamos a la categoría de materia inerte. Otro ejemplo
bien conocido es buscar una cualidad que sólo posea el ser humano como la conciencia, sentimientos, etc …. es una falacia para encontrar un elemento que
nos distinga y eleve por encima del resto de los seres vivos.
Si examinamos
cualquier árbol evolutivo, en la parte superior situamos la especie humana.
Pues bien, esta visión es similar a la visión de Ptolomeo que situaba a La
Tierra en el centro del universo y todo lo demás giraba en torno a ella. Hasta
que Galileo estableció que La Tierra se comporta desde el punto vista
astronómico como cualquier otro astro y, desde luego no es el centro del
Universo. El Sol pasó entonces a ser el centro del Sistema Solar.
El ser humano
desprovisto de sus divinidades dejará de ser el mayor logro de la
evolución y pasará a ser un eslabón o subproducto más. Los árboles evolutivos
se volverán a representar con el ser humano en una esquina como una raza
efímera y accidental. Quizá, sólo entendiéndolo así valoremos más la suerte que
tiene la raza humana de existir.
Jesús Fdez Alonso
jesusjfa@hotmail.com